5 de noviembre de 2015

El Monte Blanco

Desde la zona donde vivíamos el año pasado se podía distinguir bien en los días despejados, una cumbre que reinaba sobre todas las demás. Con sus más de 4.800 metros de altura y una forma característica, el Mont Blanc da nombre al macizo montañoso en el que se inserta.

Pero para disfrutar de este espectacular paisaje en su máximo esplendor había que acercarse un poco más...

Blanco


23 de septiembre. Un cielo despejado nos esperaba en Chamonix-Mont-Blanc y unas vistas nada despreciables desde lo alto de la Aiguille du midi prometían una intensa sesión fotográfica.

Para llegar hasta allí arriba, si no tienes ni el tiempo, ni el equipo (bueno, vale... ni tampoco el valor) para escalar hasta la cima del Mont Blanc, puedes tomar como nosotros la cómoda opción de la telecabina.

Dada la magnitud de la subida en cuestión (2.700 m de desnivel, 3.777 m de altitud total), se han instalado en la zona dos telecabinas para completar el recorrido. El primero llega hasta los 2.317 metros, y durante la subida ya puedes disfrutar de unas impresionantes vistas, que incluyen el primer encuentro con el glaciar de Bossons, la cascada de hielo más grande de Europa.


Bossons



La visión de esta perspectiva del último y más "empinado" tramo empieza a darte una ligera idea de lo que te espera en las alturas.

                       Subidón


Pero por mucho que intentes imaginar cómo serán las vistas al llegar arriba, la realidad de un paisaje así siempre te sorprende gratamente, regalándote imágenes como éstas que siguen, si bien, como suelo decir en estos casos, no hacen verdadera justicia a la sensación de presenciarlo en vivo y en directo, claro está.

                       Circo maldito



                       Mirador



Lo que miran


Tras la correspondiente sesión de fotos bajamos de nuevo a la zona de transbordo entre telecabinas, el Plan de l'Aiguille, donde algunos senderos invitaban a explorar el lugar, cosa que por supuesto hicimos, ahora ya con la única prisa de no perder el último telecabina que nos bajaría de nuevo hasta Chamonix. Aprovechamos para comer por allí, disfrutando del entorno con un buen bocata de jamón serrano que sirvió de broche perfecto para una escapada de alto nivel.

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